Y esto está pasando actualmente en la iglesia católica. Es el caso de ciertos curas que la usan haciéndose pasar por servidores de los débiles, e instrumentalizan a los pobres en beneficio de sus intereses particulares.
Desde hace algunos días, media Europa está escandalizada con la revelación de que el obispo alemán de la diócesis de Linburg (oeste), lleva despilfarrados casi 40 millones de euros en la construcción de una residencia particular. La gota colmó el vaso cuando pidió además que le instalaran una bañera de quince mil euros. Los feligreses molestos hicieron ostensible su protesta y el obispo, al ser descubierto, viajo a Roma para explicarle a la curia vaticana y a su jefe Francisco el por qué de este tipo de lujo.

'La solidaridad debe comenzar en casa', dijo el papa Francisco desde que asumió el papado. A la vista de los hechos, ante la crisis económica actual no cabe duda esta palabra corre peligro de carecer de sentid.
Y tampoco cabe duda de que Francisco tiene en sus manos una gran oportunidad depurar adecuadamente al obispo en cuestión ante una mafia que vive de por siglos instalada en los muros vaticanos, apestada de riqueza material, pero plagada de pobreza espiritual. En definitiva es la oportunidad para mostrar al mundo que la frase 'una iglesia pobre y para los pobres', no es hueca o está carente de contenido.
LUIS ENRIQUE VEIGA RODRÍGUEZ
Publicado en : ATLÁNTICO
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