En definitiva, quiérese decir que la citada prestación económica ha de servir para que una familia no se muera de hambre, o pueda mantenerse en unas condiciones mínimas para que su corazón pueda seguir latiendo. Hablando de corazón, no me puedo explicar que alguien que se considere cristiano aunque no sea muy practicante, no le duela su músculo cardiaco, al comprobar cómo tantas personas siguen esperando y esperando por unos cientos de euros a los que tienen todo el derecho del mundo. Pero todavía lo más grave es saber que muchas de esas personas, sus respectivos expedientes administrativos, están valorados, examinados y concluidos. ¿Cuántas familias habrá que han solicitado la prestación de la Risga, y tras no sé cuántos meses se encuentran sus solicitudes en un cajón de alguna de las instituciones que participan en el proceso seleccionador?
Los retrasos que denuncio no solo lo ponen de manifiesto distintas organizaciones sin ánimo de lucro, si no que la propia Conselleira de Traballo lo corroboró días pasados, si bien matizó: “Retraso sí, pero no deseado”. Con el hambre no se juega, ni su problemática admite trileros ni dilaciones, las cuales se pretenden justificar, alegando en la mayoría de los casos, y sobre todo cuando se trata de dar una prestación social y tan imprescindible para la vida de las personas, que en estos momentos no se puede abonar porque se carece de liquidez suficiente.
A 31 de diciembre de 2013, existían en Galicia 10.000 solicitudes a resolver.
¿Podrán aguantar tan importante número de personas un día más sin tener nada que llevarse a la boca?
Mientras la Administración nada hace para dar solución a este gravísimo y urgente problema que tiene un gran número de familias gallegas, más bien hace todo lo contrario, como es el de reducir el número de funcionarios en su afán de recortar y recortar, cuando todo parece indicar que se trata de un problema de falta de recursos humanos para tramitar las correspondientes solicitudes. Los datos demuestran que no se trata de un problema coyuntural, propio del año pasado; ya que, del mismo Informe de la Xunta, se observa que en Galicia se han incrementado la petición de ayudas de la Risga, en el año 2013 con respecto al 2012, en un 20%. Está claro que la situación económica de Galicia no es la que nos pretender vender los políticos que nos representan, es mucho más grave de lo que nos cuentan, y lo más triste, es que cada año vamos a peor. ¡Señores trileros, no jueguen más con el hambre ajena!
Fernando Rodríguez Corcoba
Publicado en : La Opinión
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