Mientras ello ocurre, y por lamentable que parezca, cada día se descubren nuevos casos de corrupción, a costa de nuevos desheredados que de forma masiva acuden a los comedores sociales de las ONG o sufren desamparo. Escuchamos sus dramas, o mejor dicho los encontramos de frente, y torcemos la mirada o cambiamos de acera. Y nos quedamos tan tranquilos. Esto sucede en una sociedad en la que tanto se habla del desarrollo y tecnología. Me parece aberrante que se sigan originando nuevas bolsas de pobreza por esa maquinaria político/bancaria/judicial/policial que lo arrasa todo de la mano de una legislación que atenta contra nuestros derechos (el millón y medio de firmas para la ILP que debatirá el Parlamento deberían ser suficientes). Por ello creo que esta crisis debería hacernos apreciar a todos en profundidad los valores de la solidaridad.
Luis Enrique Veiga Rodríguez
PUBLICADO EN LA REGIÓN
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