Al margen de ello esta realidad de comedores sociales, albergues temporales, bancos de alimentos, genera una grave estigmatización social. La caridad (lo saben los voluntarios) es un parche. Si bien hay quienes desde la interpretación cristiana todavía consideran su necesidad, termina siendo un lastre. Los desahuciados necesitan vivienda digna; los enfermos, ser atendidos; los sin casa, un techo permanente. Pero no gracias a la piedad sino por derecho.

Quienes defienden la caridad incluso en una sociedad más justa son los que impiden que esa justicia se cumpla. 'Me estoy muriendo en la calle': son palabras que escucho de gentes con nombres y apellidos. ¿Por qué las brillantes esperanzas de las promesas se han de convertir una y otra vez en amarga desilusión?. El gobierno municipal debería abordar esta situación y crear nuevos servicios de atención social liderando un plan de choque con la apertura de un albergue municipal donde desplegar los recursos integracionales.
Desde la ideología, todas las posturas son igual de respetables, pero es a partir de la capacidad de vertebrar el discurso donde el político va a situar su fuerza de convicción. Por lo mismo, nunca podrá ofrecer convicción si no la tiene, no sabe adónde va o carece del discurso adecuado.
El político light prospera en las sombras. Le delata un exceso de cosmética que deja en entredicho una falta notoria de auto respeto. Cuando la coherencia se pierde, las ideas se desvanecen, dejando entrever su demagogia que solo puede ser la antesala de su fracaso. Al menos en los objetivos de elevar la calidad de vida de estos ciudadanos, que se supone es el ideal de todo político honesto.
LUIS ENRIQUE VEIGA RODRÍGUEZ.
Publicado en : ATLÁNTICO
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